
La actividad económica continuó estancada, con bajas en la actividad industrial y la construcción.
Los indicadores de consumo interno muestran también un estancamiento, evidenciando el impacto sobre los salarios y jubilaciones de la suba de precios – especialmente de los alimentos-, y las mayores restricciones para el financiamiento del consumo a crédito.
La menor actividad económica generó el tradicional alivio en las cuentas externas, al reducir las importaciones asociadas a la producción y el consumo. De esta forma, se logró mantener un saldo comercial superávitario en un contexto donde las ventas externas continúan descendiendo. El superávit comercial permitió revertir la tendencia a la caída de las reservas internacionales, que aumentaron por encima de los u$1.000 millones por segundo mes consecutivo.
Para la segunda mitad del año, se espera que la efectivización de los aumentos salariales negociados en paritarias, junto a la suba de la AUH y la nueva moratoria jubilatoria, permita cierta recuperación del consumo. La actividad económica también podrá mejorar sus indicadores, si la mayor holgura cambiaria se traduce en menores restricciones a la importación de insumos.