
La actividad económica y el empleo continuó sosteniéndose en la expansión de los servicios y la construcción, mientras que la industria se estancó con un comportamiento heterogéneo a su interior. La obra pública y el consumo sostenido en la mejora de los salarios e ingresos previsionales por encima de la inflación, explican la creciente actividad. Mientras, el comportamiento heterogéneo de la industria parece responder al diferente impacto en su interior de la política cambiaria (tipo de cambio real y régimen de administración de importaciones) junto a las condiciones de acceso y bajo crecimiento de algunos destinos de exportación (Brasil).
La tasa de inflación de las provincias continúa estabilizada en torno al 20%. Sin embargo se observa una aceleración del aumento del precio de los alimentos tras el final de los acuerdos, la disparada del precio interno del trigo y el aumento del ritmo de
devaluación del cambio oficial.
Hacia adelante, el principal problema económico se encuentra en el frente externo, donde en el transcurso de un año se perdieron el 25% de las reservas internacionales. La caída se explica por el incremento del déficit de cuenta corriente asociado a un estancamiento de las exportaciones, con gastos externos crecientes en bienes y servicios. Se destacan por su monto las importaciones de energía, del complejo automotriz, de electrónica y gastos de turismo.
Al respecto, las políticas de mayor producción de hidrocarburos de YPF bajo control estatal y la asociación con empresas para el desarrollo de “Vaca Muerta” marcan un rumbo de mediano plazo hacia la resolución del déficit energético. Políticas de similar calibre orientadas a reducir el déficit de divisas del sector industrial, se muestran necesarias.
Mientras, en la coyuntura, la búsqueda de financiamiento e inversiones externas parece ser la estrategia para revertir la merma en las reservas internacionales.