
La inflación en alimentos se aceleró hacia finales de 2013, impulsada por la suba del precio interno del trigo y la mayor devaluación del dólar oficial. El aumento de las naftas y del transporte en el área metropolitana de Buenos Aires, parecen anticipar una compleja negociación salarial en paritarias.
El consumo interno continuó creciendo gracias a los aumentos de salarios y jubilaciones por encima de la inflación general (según provincias). Los servicios mantuvieron su dinamismo, lo mismo que la construcción asociada a la obra pública. La de viviendas se desaceleró en los últimos meses de 2013, y la producción industrial retrocedió.
La dinámica de los sectores productivos refleja el comportamiento de la economía en el marco de la restricción de divisas. El gasto interno se mantiene gracias a la política de ingresos y de obra pública, permitiendo la expansión de los servicios y parte de la construcción. La industria se expande en el segundo y tercer trimestre, cuando ingresan los dólares de la liquidación de la cosecha, y se estanca o retrocede en el primer y segundo trimestre, cuando se agudiza la restricción de dólares y se demoran las autorizaciones para importar. La construcción de vivienda, también se mueve al compás de la liquidación de divisas del agro, por el destino de parte de esos excedentes a la inversión “en ladrillo”.
El frente externo sigue siendo preocupante, con una baja de un tercio de las reservas en los últimos 12 meses. Entre los motivos se encuentra el agravamiento del déficit comercial energético, que en los 11 primeros meses de 2013 acumuló u$6.146 millones (87% más que en 2012). Entre los motivos del agravamiento del déficit externo del sector, se encuentra el parate momentáneo de la refinería de Ensenada cuando las inundaciones, junto a una menor producción de petróleo y gas en pozo, donde la mayor producción de YPF bajo control estatal no logró compensar la baja producción de las petroleras privadas.